El país africano sigue un sistema distinto al calendario gregoriano, lo que genera una diferencia de ocho años.
Mientras gran parte del mundo ha entrado al año 2025, en Etiopía el calendario marca el 2017. Esta diferencia se debe a que el país utiliza un sistema propio de medición del tiempo, distinto al calendario gregoriano que se emplea en la mayoría de los países.
El calendario etíope consta de 13 meses, 12 de ellos con 30 días cada uno y un mes adicional, llamado Pagume, que tiene entre cuatro y cinco días según el año sea bisiesto o no.
Esta estructura hace que el conteo de los años sea diferente al del calendario gregoriano, que es el estándar global desde 1582.
La diferencia de años tiene su origen en el cálculo del nacimiento de Jesús.
Según el calendario etíope, este evento ocurrió aproximadamente ocho años después de la fecha establecida en el calendario gregoriano.
Esta discrepancia ha permanecido a lo largo de los siglos, generando el desfase temporal actual.
A pesar de utilizar un calendario propio, Etiopía también adopta el sistema gregoriano en ámbitos internacionales como el comercio y la diplomacia.
Empresas y organismos gubernamentales emplean ambas referencias temporales para facilitar transacciones y acuerdos con entidades extranjeras.
Este calendario no solo influye en la forma en que se cuentan los años, sino también en la organización de festividades y actividades cotidianas.
Por ejemplo, el Año Nuevo etíope se celebra en septiembre, mientras que el año escolar y otras fechas importantes se rigen por este sistema.
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