Durante años, Salvador Rangel Mendoza, obispo jubilado de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, dialogó con grupos criminales de Guerrero para tratar de pacificar a la entidad. Uno de los principales personajes que intercedió para hablar con los delincuentes fue el exgobernador Rubén Figueroa Alcocer.
En entrevista, el religioso afirma que desde 2015, cuando asumió la diócesis, había crispación social y altos niveles de violencia. Por esta razón, decidió buscar a los líderes de grupos delictivos para entablar un diálogo y acordar la paz.
El prelado señaló que Rubén Figueroa Alcocer intervino para que hablara con los dirigentes del grupo de Los Ardillos, en Chilapa. Sin decir los nombres de los líderes de esta organización, se presume que platicó con Celso e Iván Ortega Jiménez, quienes operan desde el municipio de Quechultenango.
El prelado contó que también recurrió a Figueroa Alcocer cuando tenía que entrar a la región de la Tierra Caliente, después de que fuera designado administrador apostólico de la diócesis de Ciudad Altamirano. En esta zona de Guerrero, la organización que la mantiene bajo control es la Familia Michoacana.
“Yo le reconozco a don Rubén el apoyo que nos dio tanto en esta zona Chilapa y Tierra Caliente”.
Rangel Mendoza aseguró que ningún grupo de la delincuencia con los que dialogó para “pacificar” Guerrero, le dio dinero.
Dijo que platicó con el líder del Cártel del Sur, Isaac Navarrete, así como con los dirigentes de las agrupaciones de municipios del norte del estado.
Otro líder criminal con quien habló fue el Teniente, Juan Castillo Gómez, asesinado en la Sierra en agosto de 2019.
Con otro capo que el obispo platicó fue con Santiago Mazari Hernández, “El Carrete”, detenido en agosto de 2019 en una comunidad del municipio de Heliodoro Castillo y actualmente preso en una cárcel de Morelos.
El obispo dijo que también se reunió con Onésimo Marquina, “El Nencho”, líder de Los Tlacos, un grupo criminal local que opera en la Sierra.
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